Irlanda: cuánta ventaja nos llevan!
Para el que escribe, cualquier viaje, del tipo que sea, es una oportunidad para aprender. El motivo de éste fue una acción en Dublín de la IAGTO (“asociación” internacional de touroperación de golf), a la que pertenece Golf in Spain y a quien representaba en este viaje.
El objetivo era dar a conocer parte de la amplia oferta de golf que ofrece Irlanda, y en particular la de la zona cercana a Dublín, mediante un viaje de 3 días con un workshop y varias visitas. El “menú” era tan tentador que no pude resistirme a pesar de no estar en mi nivel de golf como para hacer “patria del mismo allende de los mares”: alojarse y jugar el K Club, sede de la Ryder Cup de 2006, Druids Glen (que algunos llaman el “Augusta de Irlanda”) y el Montgomerie de Carlton House, un links “de interior” que ha sido sede en varias ocasiones del Open de Irlanda.
De la calidad del diseño y el estado de los campos no me parece casi necesario hablar dada su reputación y el trato tan respetuoso que se le da al golf en Irlanda. Allí, como en Escocia, el golf se vive de otra manera y con una tasa cercana al 10% de la población que practica golf (frente al 0,5% de España) ese “desprecio esnobista” que sufrimos aquí casi desaparece. La buena predisposición y trato cercano del irlandés allá donde vayas, se refleja también en marshalls y starters, así como en múltiples detalles sencillos al llegar al campo que hacen que en algunos casos, la experiencia se convierta en algo”casi místico”.
Los irlandeses han sabido posicionarse como un destino de golf de calidad que les permite atraer a turistas de un poder adquisitivo alto, a la vez que ofertan escapadas y precios más competitivos para mercados como el británico que tienen tan cerca. Al ser en muchos casos turistas de orígenes más distantes (USA, Asia, Nueva Zelanda…) las estancias son de media, mayores que las nuestras y los grupos suelen generalmente disponer de traslados privados por encima de coches de alquiler. En este caso además la legislación les favorece, pues las horas de conducción máximas que se suelen contratar por día (9) no incluyen los tiempos de espera del chófer cuando se juega al golf, por lo que el mismo está casi a demanda para salir a cenar o hacer visitas varias horas el resto del día.
Otra diferencia evidente es, como tantas veces, la mejor predisposición del sector privado al asociacionismo y el claro respeto a la touroperación como canal principal de comercialización del destino, algo de lo que cada día adolecemos más y más peligrosamente en España, especialistas como somos en el corto plazo y en hacer las batallas cada uno por su cuenta.
Qué duda cabe que su clima (por el mantenimiento que no por las temporadas de juego) y relación histórica con el golf le dotan de unas oportunidades que nosotros no tenemos, pero no lo es menos que nuestro servicio y calidad de restauración (sobre todo en el caso de hoteles de 5 estrellas), comunicaciones (carreteras, AVE, etc) y oferta de ocio está muy por encima de la irlandesa o escocesa. Ambos destinos comparten posicionamiento y mercados de origen casi sin competencia en el resto de Europa.
La diferencia es que nosotros, tal vez como nos ha pasado durante años con el vino o con el aceite de oliva, no sabemos exportar conceptos que no sean el de “sol y precios bajos” lo que hace que en el norte de Europa cada vez nos vean más como un “destino barato” donde jugar en invierno. El clima que nos sigue “salvando” de tantas cosas. (Por cierto que en todas las cenas de los hoteles de 5* que estuve, se sirvió vino francés).